Inmóvil, se deja ver desde los puentes de Igorre, escudriñando el agua, bien sobre piedras eventualmente secas, bien metida en faena y pasada por agua.
Una cierta distancia siempre separa esta solitaria ave de las cuadrillas de patos, dedicados a pesca más superficial y omnívora alimentación.
Con orgullo cruza miradas con human@s, para cuyos eventuales malos pensamientos recordaremos que se encuentran protegidas e incluidas en el Decreto 139/2011, de 4 de febrero, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas. También en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, categorizada de Interés Especial; en Directiva 79/409/CEE de Aves en el anexo II; en el Convenio de Berna -anexo II-; en el Convenio de Bonn y en el convenio CITES como C1.
Quizás no le ataña el Coto de Pesca como prohibición para buscar su sustento; aunque si la causa de la eterna advertencia en los carteles junto al río es la toxicidad del agua y del pescado que vive en las aguas del Arratia, es algo que afecta a nuestra Garza y también para tod@s motivo de preocupación.